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Foto del escritorEddie Soltrén Roldán

¿A quién le importa?

Por: Psicólogo Eddie A Soltrén Roldán, Mpsy, CSAT-Candidate


Las Naciones Unidas en su informe del año 2017 sobre el estado de la salud mental en los países de habla hispana, reportaron que, por cada 100,000 habitantes en américa latina, hay aproximadamente, 5.4 psicólogos. Piénsalo bien, estamos hablando de un psicólogo por cada 20,000 habitantes. Absurdo, ¿no? Sin embargo, por más dispareja que parezca la cifra no se compara a la necesidad increíble de proveedores de salud mental en los campos de refugio para la población de Sudán del Sur.


Una cosa es leer sobre la desigualdad de servicios y otra muy distinta es estar en el campo de refugio y escuchar los relatos de quienes están viviendo allí. En el mes de julio mi esposa Ruth y yo, tuvimos la oportunidad de entrevistar a varios pastores de la Iglesia de Dios que viven y pastorean dentro de los campos de refugio acerca del estado de la salud mental de ellos como líderes de iglesias y la comunidad de refugiados.


Al preguntarles sobre la accesibilidad de servicios de salud mental dentro de los campos de refugio, la mayoría de los pastores respondió que nunca ha recibido la visita de un especialista de la salud mental. Por tal razón el trauma con el que les ha tocado vivir nunca ha sido abordado. La realidad en la que viven pone al descubierto el problema de acceso a los servicios, ya que no existen proveedores de salud mental lo suficientemente cerca como para que ellos puedan recibir el tratamiento apropiado.



De hecho, uno de los pastores comentó, logrando convertirse en eco de los demás pastores, que de existir algún servicio de salud mental dentro de los campos de refugio, muchas de las personas de la comunidad vendrían a buscar tratamiento, incluyéndolos a ellos, los pastores. Incluso plantearon la posibilidad de que ellos y los líderes de las iglesias reciban algún adiestramiento para aprender a trabajar con el trauma y la salud mental, dado que al no tener adiestramiento se sienten que no pueden hacer lo suficiente para ayudar a la comunidad a trabajar sus problemas emocionales.


Esto los lleva a tener que manejar mucho estrés. Según nos cuenta otro de los pastores la comunidad tiene muchos problemas. “Los pastores nos sentimos agotados. Cada hora las personas llegan a la puerta de nuestras casas a pedir ayuda. Esto causa estrés porque no sabemos qué hacer ni tenemos nada que darles”. Entre los problemas que más les preocupa dentro de la comunidad es que el 80% de los hombres no tienen cómo suplir las necesidades de su hogar. Esto ha causado que el hombre se sienta que ha perdido el respeto de su familia, aumentando a su vez los casos de violencia doméstica y los problemas matrimoniales.


Por otro lado, el suicidio es un tema que se encuentra muy arraigado a las estadísticas del 80% de los hombres que no pueden suplir las necesidades del hogar. Según los pastores, muchos hombres sienten que han perdido la hombría al no poder proveer. Esto ha dado paso a un gran número de suicidios entre los hombres. Esto se agrava por el abuso de drogas y alcohol que existe dentro de la comunidad. También se agrava por el trauma que genera en los hombres las pérdidas a las que han sido expuestos. Pasar de proveedor a dependiente es un problema continuo que pesa en la mente de los hombres. Como nos dijo uno de los pastores: “La mente de los hombres sigue pensando en Sudan del Sur. Están en el pasado y no han logrado dejar lo que pasó. No pueden enfocarse en lo próximo”.

Cuando analizo el contenido de la entrevista, una de las palabras que más los pastores utilizaron fue la palabra “trauma”. Uno de ellos dijo: “Todos estamos traumatizados incluyendo los pastores”.


Luego añadió: “Vamos a las casas para darles apoyo y que puedan entender lo que pasó, pero la mente de trauma sigue ahí angustiando a las personas. En Sudán del Sur algunos de ellos eran hombres de negocio, otros tenían oficinas y dinero en los bancos. Ahora llegaron aquí sin nada, con su trauma y esa herida sigue. Tratamos de alentarlos porque es todo lo que podemos hacer”. “Oramos por ellos, los alentamos a que olviden lo que pasó. Pasamos tiempo con ellos, les recordamos que son especial y los alentamos a que se acerquen a Dios”.


Cuando terminamos la entrevista un pastor se acercó y me dijo: “¿A quién le importa, si somos refugiados? Nuestro estatus de refugiado es lo peor para la salud mental” … Con cuánta facilidad se invisibiliza el problema solo por la posición de desventaja social donde están. Estar entre ellos me permitió percibir que a pesar de lo difícil que ha sido el camino que han recorrido tienen mucha esperanza porque Dios está con ellos, pero a la vez se siente un ambiente de “ayuda, no nos dejen solos con esto”. Entonces, si a nadie le importa, que le importe a la iglesia.


Nuestras iglesias están llenas de profesionales de todo tipo que pueden donar servicios pro bono para ayudar a nuestros hermanos de Sudán del Sur. Si a nadie le importa, que le importe a los psicólogos cristianos. Que le importe a los consejeros y trabajadores sociales que asisten a nuestras congregaciones. Que le importe a las doctoras, enfermeras, maestros y terapistas que han conocido la verdad del evangelio. Que le importe al joven cristiano que se pregunta qué estudiar y cómo utilizar sus estudios para que el nombre de Jesús sea conocido hasta lo último de la tierra.


Que le importe a las organizaciones cristianas y concilios de iglesias para que costeen el envío de estos profesionales para que puedan brindar los servicios que nuestros hermanos necesitan. Que le importe a los pastores y las iglesias cuando sus miembros digan heme aquí envíame a mí para cubrir sus necesidades de manera que el dinero no sea una excusa para no obedecer la voz del llamado de Jesús.


Que nos importe a todos porque a nuestro Dios le importa. Un Dios que se presenta como defensor de las viudas, huérfanos y los extranjeros no puede estar contento cuando la iglesia tiene los recursos y prefiere hacerse de la vista larga (Deuteronomio 10:18, Sal 68:5, Sal146:9).


Así que, no tengas duda alguna que a Dios le importa. Entonces, ¿Qué haremos con este escrito? Una pregunta que bien pudiera ser trivial, pero que también puede ser más profunda de lo que crees. Mejor aún, ¿A quién le importa este escrito? Una vez más, puede que a muchos no le importe Sudán de Sur, los refugiados, el trauma que viven, la carencia de servicios de salud mental y todo el dolor que día a día reviven, pero algo sí debe estar claro, si no le importa a nadie, le debería importar a la iglesia y mucho.



 

Psicólogo Eddie A Soltrén Roldán

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